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Bicentenario de mentiras

Texto escrito en 2010.

Por @frankstrada

Dedicado a mi abuelo Jesús, con quien me hubiera gustado charlar sobre la historia mexicana.

Reconozco que la historia me gusta, recuerdo la indescriptible emoción al quitar el plástico que envolvían los libros de texto en primaria, después leer sobre las grandes hazañas realizadas por nuestros héroes y llegar a la admiración total.

La inquietud por conocer más de la historia de México me ha llevado a leer a grandes autores e investigadores y confieso que busco detalles ignorados por la educación oficial, es aterrador reconocer que mucho de lo que aprendimos en los libros de texto, es falso. Expongo algunos datos.

Guerra de Independencia

Desde la conquista hasta finales del siglo XVII la Corona española dominaba a todos los habitantes en México, indios, españoles, mestizos, criollos, rendían cuentas a un país situado a cientos de días por mar. Esto preocupaba y hartaba más a los poderosos españoles que a los esclavos indígenas.

Nos contaron que el pueblo mexicano buscaba libertad. Mentira. Quienes deseaban la autonomía eran los criollos con poder, que ya no deseaban rendir tributo a España; ellos infundieron el odio y provocaron una lucha interna utilizando novohispanos adinerados. Necesitaban un líder y nada mejor que la figura celestial de un sacerdote.

La iglesia

Los sacerdotes han fungido como jefes de comunidades, jueces, enfermeros, líderes de opinión política y actividades tan inimaginables como utilizar las armas para liberar a grupos castigados.

En la guerra de independencia participaron cerca de 400 clérigos. Según David Brading, en Sudamérica los sacerdotes se limitaron a ser consejeros o asesores, pero en México fue diferente, aquí llegaron a ser líderes militares y oficiales del ejército insurgente.

Miguel Hidalgo y Costilla.

Nos dice Juan Manuel Villalpando que la imagen gráfica que conocemos de Miguel Hidalgo (medio calvo, poco cabello canoso, sotana negra) fue inspirada en su hermano menor, ya que el cura siempre vestía muy colorido: pantalón morado, banda azul, casaca verde, y con turbante de todos colores.

También la imagen personal es errónea. El cura de Dolores hacía reventones, despilfarraba el dinero, era culto pero no estudió más por que no quería compartir el aula con ignorantes, usaba lentes, fumaba, bebía charanda y decía piropos. Pero lo que nos interesa más es la imagen ideológica.

El día que Hidalgo se levantó en armas gritó: ¨Viva Fernando VII y mueran todos los gachupines¨ ahí comenzó su intento por exterminar a todos los que pensaran distinto, no importaba si eran indios, mestizos, o gachupines, todos debían morir.

La rapiña y el robo a las haciendas fue fundamental para sumar aliados entre la población empobrecida y explotada. El ejército insurgente logró reunir a más de 100 mil hombres, pero la inexperiencia militar y la excesiva fuerza con la que actuaban hizo que muchos miembros desertaran.

Por ejemplo, cuando Hidalgo llega con su ejército a Guanajuato se desata una matanza de criollos; entre las batallas de la Alhóndiga y la toma de la plaza Calleja capturaron a más de 14,000 personas entre indios y mestizos enemigos, Hidalgo para no gastar pólvora ordenó degollarlos.

La esposa de Mariano Abasolo, que salvó a varios españoles de morir, oraba porque la insurgencia fuera derrotada, pues Dios no podía ayudar a seres tan sanguinarios.

El cura de Dolores avanzaba. Sin embargo, algo pasó en las orillas de la ciudad de México e Hidalgo decidió no atacar la gran ciudad, temiendo la pérdida de bajas humanas. Decepcionados, muchos se separaron del ejército insurgente.

Pero insisto, algo inesperado pasó, este hecho no suena lógico, Hidalgo optó por dar marcha atrás cuando estaba a punto de lograr quizá su hazaña más grande.

Don Miguel intentó regresar a sus hábitos sanguinarios pero no funcionó. Derrota tras derrota, insulto tras insulto, fue minimizado al grado de que Allende tomó el mando, apresó al cura y lo amenazó de muerte si intentaba huir.

Hidalgo viajó al norte como rehén de los propios insurgentes, en Acatita de Baján los capturó Ignacio Elizondo, un militar disgustado que traicionó a la insurgencia. Las últimas palabras, antes de ser ejecutado, de Hidalgo y Costilla fueron: ¨Lo que no puedo decir sin desfallecer, la multitud de almas que por seguirme estarán en los abismos¨.

Miguel Hidalgo y Costilla fue un guerrillero que utilizó a la iglesia para despotricar su odio contra los españoles que, como lo mencioné antes, era un odio generado por los poderosos que intentaban liberarse de la Corona española.

Nos contaron que es el padre de la Patria. Es mentira, Hidalgo solo generó muerte, el mote se lo dió Iturbide en 1821 para buscar ¨responsables¨ de la Independencia. Lo explicaré más adelante.

El cráneo de Hidalgo se encuentra en los recién removidos restos de la columna de la Independencia, lleva una H marcada con bolígrafo. Para degradarlo como sacerdote, los altos eclesiásticos ordenaron rasparle el cráneo y las yemas de los dedos.

 

José María Morelos

El cura Morelos también se manifestó como líder militar de la insurgencia. Al contrario de Hidalgo, veía mal el asesinato indiscriminado de españoles, con tal de evitar el pillaje decretó: Cualquiera que robe un peso será fusilado aunque sea mi padre. Que ironía, combatía la violencia con violencia.

El ¨Rayo del Sur¨ ganó algunas batallas, pero cometió un grave error: quiso legitimar su rebeldía. Le interesaba destacar como dirigente político más que militar, mas no funcionó.

Un de sus colaboradores lo traicionó. Fue capturado y llevado a la ciudad de México. Durante su interrogación, el guerrillero sacerdote proporcionó información a los realistas sobre escondites de armas de los insurgentes; se convirtió en traidor con el afán de salvar su vida, pero aún así lo fusilaron.

Tal era la admiración de Morelos a Miguel Hidalgo, que el ¨Rayo del Sur¨ antes de morir pidió que su cadáver fuera llevado ante los restos de Hidalgo, quien lo resucitaría.

Nos contaron que Morelos fue una pieza fundamental en el rompecabezas de la Independencia. Mentira, Morelos perseguía fines políticos y al final traicionó al movimiento.

Hidalgo y Morelos utilizaron la imagen de la Virgen de Guadalupe, ambos fracasaron, fueron enjuiciados, aplastados y fusilados por traidores.

Matías Monteagudo

El alto clero novohispano fue quien vio primero la conveniencia de proteger al virreinato. Ya que gozaba de grandes privilegios, la Iglesia fue la primera en romper vínculos con la madre patria.

En 1808, el cura Matías Monteagudo estaba del lado de los poderosos españoles en México, sabía que la separación era necesaria pero no para favorecer al pueblo; al grado de que, al notar que otros sacerdotes como Hidalgo y Morelos generaban guerra, los excomulgó, juzgó y ordenó torturar.

Monteagudo, uno de los enemigos de la insurgencia, fue quien promovió el paso decisivo para romper relaciones con la Corona, sólo que al principio, su interés era otro.

En 1820, Matías Monteagudo convocó a una reunión en el templo de La Profesa para plantear justo esa posibilidad a otros prelados católicos. Todos estuvieron de acuerdo. Era necesario buscar oficiales realistas que respaldaran la decisión; Monteagudo propuso a Iturbide, propuesta cuestionada por muchos, gracias a la fama de corrupto y cruel de Iturbide. Sin embargo, la trayectoria militar de Don Agustín lo hacía brillar, y la derrota propiciada a Morelos le valió el voto eclesiástico para ocupar el nombramiento de jefe militar y político de la independencia. Según Francisco Martín Moreno, el clérigo Matías Monteagudo, desconocido para los mexicanos, es el verdadero Padre de la Patria, el que planeó y promovió la consumación de la independencia.

Hay un cambio de actitud ideológica entre 1810 y 1821. Lo atribuyo a que los realistas se dieron cuenta de todo el poder que comenzaron a adquirir al frente del país y en 1821 hicieron suya la lucha insurgente, se adueñaron de una aspiración nacional, al fin se liberaron de España.

Iturbide, Guerrero, Victoria y la consumación.

Agustín Iturbide derrotó a Morelos. Al morir el cura, la rebelión comenzó a desintegrarse, solo algunos guerrilleros continuaron con la lucha, entre ellos se encontraban Vicente Guerrero y José Félix Fernández (mejor conocido como Guadalupe Victoria, adoptó ese nombre en admiración a la Virgen).

Dice Luis González de Alba: ¨ Guerrero quedó en un simple fugitivo perdido en las montañas del sur¨. Lorenzo Zavala, por su parte, nos cuenta que Guadalupe Victoria, después de una derrota en 1817 y sin rendirse, se refugió en una cueva de Veracruz, andrajoso, hambriento, acompañado por fieras, errante y sin otro alimento que yerbas y raíces. Antonio López de Santa Anna lo encontró y Victoria se puso a las órdenes del ejército trigarante. Don Antonio en un acto de generosidad, le confirió un alto rango militar.

Agustín Iturbide necesitaba aliados que representaran a los insurgentes, buscó a Vicente Guerrero y le ofreció puestos importantes en el gobierno mexicano, Guerrero aceptó. Mediante un abrazo, el ¨abrazo de Acatempan¨, los insurgentes lograron obtener puestos importantes en el gobierno y los realistas consolidaban su viraje estratégico así como su legitimidad social. Sumemos a esto el conveniente reconocimiento que se le dio a figuras como Hidalgo, Allende y Morelos.

El 24 de febrero de 1821, Agustín Iturbide promulgó el Plan de Iguala (en esta fecha solo se rinde honor a la bandera nacional). Aquel documento mostraba una gran veneración a la madre patria. ¨Trescientos años lleva ya la América Septentrional de estar bajo la tutela de la nación más católica y piadosa, heroica y magnánima¨, y en el mismo documento preguntaba ¨Americanos: ¿quién de vosotros puede decir que no desciende de españoles?¨ y escribió ¨ No soy europeo ni americano ¨.

En la guerra de independencia murieron más de seiscientos mil hombres de un total aproximado de 6 millones de habitantes que había en 1810, el 10% de la población. Iturbide aseguró: ¨Asombrad a las naciones de la culta Europa; vean que la América Septentrional se emancipó sin derramar una sola gota de sangre.¨ Tal aseveración  coloca una gran mentira en el Plan de Iguala: ya habían derramado su sangre más de 600 mil hombres.

A sus 38 años, don Agustín consumó la Independencia un 27 de septiembre, según Alamán, ¨ el único día de puro entusiasmo y de gozo que han disfrutado los mexicanos.¨ Todos ignoraban el interés real de esta separación.

Iturbide pasó de militar realista a Emperador de México. Estruendosa su posición, consiguió adjetivos como: Padre de la Patria, Héroe Invictivísimo, Antorcha Luminosa de Anáhuac, Columna de la Iglesia, Ángel tutelar del imperio, Estupor del Universo, y otros más; quedó en el olvido su crueldad hacia los insurgentes y relumbró su figura, tanto que le escribieron rimas como:

No se olvida de Hidalgo, Allende, Aldama

Pero éstos con la muerte y la violencia

Faltaron a su plan y obediencia.

Este tipo de detalles hicieron que Iturbide menospreciara nuevamente a personajes como Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama que ya eran reconocidos nacionalmente como los grandes iniciadores de la insurgencia, tal atrevimiento lo llevó a perder legitimidad y su caída, aprovechándose de la situación don Antonio López de Santa Anna dio el primer golpe de estado generado en nuestro país independiente.

El ex emperador, exiliado en Italia, nunca recibió la pensión que le prometieron en México, incluso lo acusaron de ¨ traidor a la patria ¨ (esa es la figura que se maneja actualmente). Volvió a nuestro país y salía a las calles disfrazado, hasta que uno de sus subordinados lo descubrió. Fue fusilado en Padilla, Tamaulipas, sus restos fueron trasladados a la columna de la Independencia, pero en la ceremonia de 1910 nadie mencionó su nombre.

La mentira y la situación actual.

Curas, militares, movimientos civiles, todos sufrieron de traición, excepto los poderosos criollos que movieron pacientemente las piezas de la revolución. Desestabilizaron al país utilizando a la iglesia como punta y solución a la desesperación social.

Es necesario reformar la historia para visualizar un futuro real. El hecho de tener héroes de bronce, inmaculados, intocables y sin tacha nos alejan de generar protesta, no nos sentimos dignos de encabezar reclamos o protestas fundamentadas, nos hemos convertido en ciudadanos pasivos que observamos un gasto público inútil y excesivo para las fiestas del bicentenario, ¿qué celebramos? Mentiras y omisiones.

Gran parte de las reflexiones de estos artículos fueron inspirados por el libro Contra la historial oficial de José Antonio Crespo.

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